¿De dónde vendrán las próximas decepciones para los inversionistas?

4 de julio de 2022

TEMA: VALOR RAZONABLE

Autor: Joaquín De La Guardia 

El ejercicio trata de identificar estos sectores para evitarlos, en línea con la frase “tell me where I’m going to die so I don’t go there”. La respuesta no son las categorías de inversión clásicas y atemporales como bonos y acciones de calidad, las cuales si bien cada tanto tienen incómodos episodios de volatilidad, como el actual, a la larga tienden a ser nobles y resilientes.

Tampoco instrumentos financieros claramente especulativos, donde los que participan probablemente saben a lo que van: crypto, acciones a precios exorbitantes, bonos de baja calidad, etc. Lo que buscamos aquí es identificar la próxima generación de “lobos con piel de oveja”. Los CDOs, notas estructuradas, Lehman Brothers, Permal, Maddoff, etc. de esta década.

Instrumentos que van a captar activos “sagrados” y cuando las cosas terminen mal, el público se sentirá abusado en su vanidad e ingenuidad. Todas las señales apuntan a los llamados “alternative assets” con su establo de conceptos como private equity, private debt, private real estate, etc. Todos con promesas “hiper-exageradas” de altos retornos, bajo riesgo y diversificación.

Esta categoría pasó de ser un nicho “oportunista” hace un par de décadas a administrar $10 “trillones” ($10 millones de millones) en la actualidad, incluyendo un crecimiento frenético durante la pandemia. En los últimos 20 años el número de compañías administradas por los “PE firms” pasó de 2,000 a 9,000, mientras que el número de compañías públicas se redujo de 7,000 a 4,000.

El apalancamiento es su salsa secreta, por algo la categoría se llamaba “leverage buyouts” antes de ser rebautizada con el más mercadeable “PE firms”. Los costos para el inversionista son más que onerosos (2% más 20% más misceláneos).

Los operadores, auto denominados “Masters of the Universe” son soberbios y codiciosos. Se caracteriza por falta de regulación y opacidad totales. En sus reportes a los clientes, las firmas asignan valores a los activos en forma discrecional. La información histórica tiende a ser anecdótica y arbitraria. Iliquidez extrema con el capital de los clientes amarrado por 10 ó 15 años.

Ahora bien, ¿por qué el ascenso vertiginoso de este nuevo “fad”? Básicamente todos los planetas se alinearon. Por el lado de los clientes o “limited partners”, bajos rendimientos en la renta fija y la desesperación por rentabilizar, acompañados de las exageradas promesas con que se promueven estos productos; una imagen cautivadora de exclusividad, glamour y misterio; el irresistible “new shiny object”; el impulso irrefrenable por seguir al rebaño; y sustento académico en el “Modern portfolio theory” que, según una interpretación distorsionada y conveniente, recomienda agregar cualquier activo “diferente” a los patrimonios para diversificar.

Por el lado de Wall Street los incentivos o conflictos de interés son gigantes. En una industria financiera donde, como en tantas otras, cada vez es más difícil generar ingresos, la posibilidad de amarrar a un cliente por 10 ó 15 años con comisiones elevadas es una panacea. Es como echar para atrás el reloj a la época dorada de los 80s y 90s. A los consultores y administradores de grandes patrimonios (eje. Family offices, fondos de pensión, tesorerías, etc.), tal vez sin darse cuenta, también les agradan las “soluciones” opacas y complejas para darse mayor importancia. En otras palabras, la simplicidad y la inactividad los hacen sentir superfluos, lo cual no tiene que ser el caso. En fin, para Wall Street esta categoría es uno de los últimos recodos de riqueza extravagante: conferencias de lujo, comisiones jugosas, penthouses de 24 recámaras en Park Avenue, fiestas privadas con los Rolling Stones, etc. Tristemente, la otra cara de la moneda son los inversionistas, que con toda seguridad pagarán muy cara esta fiesta.

Mi recomendación es no dejarse seducir por quimeras. Hacer las paces con la realidad, que en el fondo no ha sido mala, e invertir lo mejor posible dentro de ella. Participando a largo plazo en inversiones sólidas, probadas y transparentes. Nunca habrá nada mejor, y esto aplica por igual para chicos y grandes.

El autor es Financista.