La era de la volatilidad

25 de noviembre de 2015

En las últimas semanas, los practicantes de los mercados globales se han mostrado atónitos ante la volatilidad que han alcanzado los mismos. Sesión tras sesión, un indicador de amplio uso como el Dow Jones Industrials ha mostrado variaciones diarias de 300 puntos o más, lo cual, en condiciones normales, se consideraba algo extraordinario. Para aproximar una explicación a este fenómeno es necesario repasar las condiciones tanto fundamentales como técnicas que enfrentan los mercados en la actualidad.

En el aspecto fundamental, la economía mundial enfrenta un conjunto de situaciones que alimentan esa volatilidad recurrente.

La persistencia (y ningún indicio de intención de resolución) de problemas estructurales complejos dentro de la economía europea, tales como lo inadecuado de una moneda única que cubre economías disímiles; la clara desaceleración de la economía china, que ha llevado a múltiples colapsos del mercado de Shanghai a pesar de la anacrónica chequera en blanco del Partido “Comunista” Chino; el consecuente bajón en el precio de los bienes básicos, como el petróleo, que golpea con salvajismo las hasta hace poco glamurosas economías emergentes, como Brasil; y la incertidumbre, más benigna, pero incómoda para los mercados, sobre el probable aumento de tasas por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos, son todos factores que contribuyen al retiro de inversionistas a largo plazo de los mercados y la entrada de especuladores agresivos que magnifican los movimientos de precios.

En el aspecto técnico es importante resaltar los efectos, aun poco comprendidos, de la Ley Dodd-Frank en Estados Unidos que ha limitado la capacidad de las grandes casas financieras de Wall Street de crear mercados desplegando sus hojas de balance y así cumplir con su tradicional rol de amortiguadores y sostenedores de precios (particularmente en condiciones turbulentas) y la entrada espectacular de los llamados high frequency traders: entes de mercado que, ayudados por computadoras y algoritmos, llevan la especulación hasta el delirio matemático, tratando de explotar la más mínima posibilidad de ganancia instantánea, lo que lleva muchas veces a la magnificación irracional de los movimientos de precios.

Estos y otros fenómenos actuales hacen pensar que, por la magnitud de los mismos, estamos entrando de lleno en una etapa signada por la volatilidad y que hacemos bien habituándonos a ella y, en la medida de lo posible, protegiéndonos de la misma con estrategias inteligentes que eviten ser víctima de esta exuberancia que, a veces, parece ser muchas cosas excepto racional.

– Fuente: Prensa